Todo pasa muy deprisa. Te das cuenta de todo lo que tenías y piensas que ahora no te queda nada. El mundo se te echa encima. De repente pasas de ser esa chica fuerte y soñadora, a ser una frágil muñeca de cristal. ¿Qué queda ahora de esa sonrisa-en-la-cara?
Estás en plena adolescencia, los cambios a tu alrededor y en tí misma van a la velocidad de la luz. Haces un desierto de un granito de arena. Pero para tí, ese granito, pesa más de lo que nadie se podría imaginar nunca. Ahora crees que el mundo se acaba. Quieres que la tierra te trague, y desaparecer para siempre. Pero, ¿sabes qué? Nada más lejos de la realidad.
Todos nos hemos sentido así alguna vez. Claro que nos han roto el corazón. Algunos han llorado por nosotros. Y no es nada agradable. Ninguna de las dos. Ojalá te des pronto cuenta que esta es una de las muchas cosas que pasan a lo largo de los años. Y, si te pones a pensarlo en frío, te darás cuenta de que es, no me atrevo a decir que una tontería, pero algo de poca importancia, comparado con las desgracias que hay por el mundo. Aunque para tí ahora sea lo más importante...
Y, ¿sabes otra cosa? Te olvidas de lo que es lo más importante. ¿Estás pensando lo mismo que yo? Los amigos. Porque nos tienes y a él tambien, y porque cada uno tenemos bastante con lo nuestro, como para andar llorando por lo demás. Asique ya sabes. Sonrisa y a otra cosa mariposa. Te quiero.
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