domingo, 20 de marzo de 2011

Querido Diario,

Llevaba mucho tiempo deseando verle...pero por fin le vi. Sigue tan perfecto como siempre, es genial. Está lejos, pero no me acercaré todavía. He de esperar a que él lo haga primero. Igual piensa que soy una pesada, y es lo último que quiero que opine sobre mí. Por fin está mas cerca. Ya puedo volver a escudriñar sus ojos. Esos ojos sobre los que tanto escribo. Quiero abrazarle. Ojalá tuviera la valentía para hablarle sobre cuántos post-it he llenado gracias a sus ojos. Toda su persona es inspiración, pura inspiración. Ahora me está abrazando. No sé como se ha acercado tanto, pero tampoco me importa. La manía que tengo de olerle el cuello persiste. Sí, el mismo olor de siempre. Algún día le preguntaré qué colonia se echa. Susurros al oído. Cógeme de la mano. Aprieta fuerte. Ya vuelve el cosquilleo en la barriga. Con que me hable al oído me pone los pelos de punta. Lo noto, primero piernas y luego brazos. Me miro el brazo derecho disimuladamente. Espero que no se entere, qué vergüenza. ¿Bailamos? Estoy flotando... Ahora le beso en la mejilla. Me devuelve el beso. Esto es algo superior a mí...
Ojalá dejara de ser un 'él' y 'yo', y comenzara a ser un 'ellos', un 'nosotros'. Pero, ¡ay amigo!, siempre hay algo que se interpone. Siempre lo mismo. Y aunque lo acepto, no lo entiendo. No, no lo entiendo, querido diario.

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